miércoles, 10 de octubre de 2012

La joven de la perla.



La joven de la perla, 1665-1666.
Johannes Vermeer de Delft.
Museo Mauritshuis, Holanda.
Óleo sobre lienzo.
25,7 x 19 cm.

Esta pintura la descubrí en el año 2003, y fue gracias a mi padre, quien me recomendó un libro que acababa de leerse: La joven de la Perla, de Tracy Chevalier. 

Quedé prendada de la belleza de su portada, obra del mismo título y del pintor Johannes Vermeer

CHEVALIER, Tracy, La joven de la perla, Ed. Punto de lectura, Madrid, 1999.

La portada del librito que yo tengo (de bolsillo), está dividida en dos secciones, arriba la preciosa joven, y debajo de esta y de su título, la Vista de Delft.

Su lectura fue, a cada página que devoraba, aún más deliciosa.

Gracias a esa Vista de Delft (lugar donde nació y vivió el pintor, y además donde se sitúa la historia), pude imaginar perfectamente el ambiente en el que Griet se hizo mujer.

Vista de Delft, Johannes Vermeer, 1660.

Busqué más obras de Vermeer: La lechera, El geógrafo, La carta... pero sin duda, La joven de la perla es la más famosa, y la más parodiada.

Más tarde salió la película, que alquilé enseguida.

Ya conocía a Scarlett Johansson de El hombre que susurraba a los caballos (1998), pero  luego se haría mucho más famosa.

Griet admirando una pintura inacabada de Vermeer,
 e imaginando cómo quedaría si eliminase una de las sillas.

Y a Colin Firth si que le conocía; el resultado de esta combinación en pantalla es una bonita y memorable pareja, que roza la relación entre maestro y aprendiz, sólo que ella es una simple criada que limpia su estudio y que un día, cambió una de las sillas del escenario a pintar, y él comprendió que ella poseía ese gusto estético, esa sensibilidad que muy pocos tienen, ese amor hacia el arte.

El pintor Vermeer enseña a su criada Griet cómo se prepara la
 pintura (se muelen los pigmentos y se les añade un aglutinante).

Johannes Vermeer (Holanda, 1632-1675) fue un artista con una vida aparentemente muy corriente. Fue muy conocido y respetado; aunque no terminaba más de tres o cuatro cuadros al año (en total llegó a acabar unos cincuenta).

El pintor Johannes Vermeer ante su lienzo.

Vivió en una Holanda en la que los neerlandeses de clase media tenían cada vez más poder.

Así, la fama de los artistas prosperaba gracias a los mecenas y nuevos coleccionistas de arte que, ahora con  la creciente burguesía, disponían de dinero para adornar sus cada vez más grandes casas (les gustaban los temas anecdóticos: retratos familiares, paisajes, bodegones...).

El hecho de que pintase tantas mujeres (de pie junto a una ventana) se debe a sus situación familiar (tuvo cinco hijas), pero nunca las pinta de forma lasciva o lujuriosa.

Griet posa para el pintor, junto a la famosa ventana.

Aunque podemos apreciar cómo muchas de ellas parecen estar embarazadas, pues su esposa (frecuente modelo) dio a luz quince hijos en apenas veinte años.

Pero la vida de Vermeer hay que observarla igual que su arte, buscando los mensajes ocultos que esconden sus pinturas; ya que no sabemos quién es La joven de la perla.

Se cree que es una de sus hijas, y por eso nos transmite amor, pero nunca deseo. Aunque quien haya leído la novela no puede evitar imaginar una historia apasionada entre pintor y modelo.

Vermeer muestra a Griet las maravillas de la cámara oscura,
 que se utilizaba para facilitar el trabajo de los pintores, 
y que se inventó por aquel entonces en Italia.

Han pasado muchos años desde que leí la novela (aunque espero volver a abordarla un día de estos) pero, aún hoy recuerdo las descripciones del paisaje holandés, y de los colores y pigmentos que mezclaban criada y pintor en el taller y de... 

- ¿De qué color son esas nubes Griet?
- Pues blancas, señor.
- ¿Seguro? 
- Y grises; tienen algo de azul, también amarillo, ¡y también algo de verde! 
- Te darás cuenta de que hay muy poco blanco puro en las nubes; sin embargo, la gente dice que son blancas. 


Griet observando el color de las nubes en Delft.

A mi me apasionó conocer la historia de quién es esa joven que nos mira tímida y pálida, pero sensual sin pretenderlo, ocultando sus cabellos en delicadas telas, destacando su perfil en ese fondo oscuro que resalta sus atributos y deslumbrándonos con esa perla semioculta, cuyo brillo compite con el de sus carnosos labios.

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