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viernes, 21 de junio de 2013

Sensaciones táctiles (que suplantan a la mirada).



Desnudo tendido, 1932.
Pablo Ruiz Picasso.


Hoy, en la clase de Picasso el profesor nos ha explicado, entre otras muchas obras, este Desnudo tendido. Y, como podréis leer más adelante, ha sido la que más me ha gustado.

Desde el principio del curso, me desanimaba la idea de no llegar a entender del todo a Picasso, y que la explicación o el sentido de sus obras se me quedara incompleto; además, Picasso nunca me había gustado del todo, al menos desde la ignorancia, no tenía para mí esa atracción que, a priori tienen artistas de la misma época como Klimt, Munch, Schiele o Dalí, que me encantan. Pero una parte de mí deseaba no sólo poder llegar a comprender a Picasso, sino que realmente me gustase, y creo que hoy lo ha conseguido.

Este Picasso, el Surrealista, es mi preferido; en esta época (y con época me refiero a etapa, ya que él nunca se consideró surrealista ni ingresó en tal agrupación) gira en torno a los años 30, cuando el joven grupo surrealista (Breton, Eluard y Dalí, entre otros) ven en la figura del ya consagrado y famoso artista malagueño, su predecesor. Ellos mismos afirmaban que la obra de Picasso se regía por el inconsciente (como ya señaló el psicoanálisis de Freud), y esto a Picasso le encantaba.

Lo cierto es que él no pintaba sueños, pero sí deseos, sobre todo carnales. Aunque también he llegado a comprender (para bien o para mal), que la obra de Picasso es incapaz de entenderse sin su vida personal, ya que todos sus periodos artísticos, obras y descubrimientos, estaban vinculados a sus amantes (que fueron muchas).

En la etapa surrealista le tocó el turno a la jovencísima Marie-Thérèse Walter (quien se suicidó tras la muerte del artista), que conoció a Picasso ya en su madurez (ella tenía 17 y él 45 años); que entonces estaba casado con Olga Koklova y tenían un hijo, Pablo. El Surrealismo y Marie-Thérèse, hicieron que Picasso ahondara en su inconsciente, y convirtiera ahora sí, el desnudo femenino en la temática por excelencia de toda su obra. Pero también es la época del minotauro y de las mujeres monstruosas (a veces era Olga, y otras era la negación de la creatividad del artista).

Inspirado por su joven amante, Picasso pinta un desnudo que tiene mucho que ver con los cinco sentidos, pero también con el deseo, que en este caso se transmite mediante los contrastados mecanismos cromáticos y las formas curvas.

Esta arqueada figura femenina, se encuentra inmersa en un profundo éxtasis, y de su cuerpo emana una luz más cálida que el sol, que la observa (y desviste) desde la ventana. Esa luz que vibra a la izquierda, son los cabellos despeinados de una medusa enfurecida, y el precioso y profundo hueco negro que rostro y brazo enmarcan, no es sino una clara referencia al palpitante sexo femenino, cuyos rayos dorados son el vello púbico (melena rubia) de Marie-Thérèse.

Abajo a la derecha, coloca unos frutos cuyas formas redondeadas remiten a la calidad táctil del cuerpo femenino, con lo que Picasso nos está diciendo, que en las relaciones sexuales (cuando el hombre cierra los ojos para sentir la piel de su amada), el tacto sustituye a la visión, devolviendo la mirada, y por eso Picasso exagera las formas curvas de la figura, abultadas a la delicada percepción táctil.

Sencillamente, me encanta. Es una manera bellísima de evocar el deseo sexual hacia una mujer, pintándola como si tuviera los ojos cerrados, como si le hiciera el amor y la tocase con los ojos, con los dedos, delineando las delicadas curvas de su cuerpo con el pincel (alusión a la forma fálica) para conseguir su éxtasis, que el sol ilumina, y el espectador presencia.

miércoles, 24 de octubre de 2012

El gran masturbador.



El gran masturbador, 1929.
Salvador Dalí.
Museo Reina Sofía, Madrid.
Óleo sobre lienzo.
110 x 150 cm.

Hoy traigo esta pintura de Salvador Dalí aunque, para conocer mejor su obra, hace falta conocer su vida, que fue de lo más excéntrica.

Salvador Dalí nació en Figueras (Cataluña), en el año 1904, y murió en 1989, a los 84 años. Es el máximo representante de una de las últimas vanguardias: el Surrealismo.

El significado de su nombre "Salvador" indicaba, según Dalí, que él estaba destinado a rescatar y salvar la pintura de la mediocres catástrofes del arte moderno.

Su otro gran compañero fue René Magritte (al que en otra ocasión dedicaré una entrada), y ambos se caracterizan por la importancia de los sueños. Aunque Freud y el psicoanálisis tienen mucho que ver aquí.

Retrato de Sigmun FreudSalvador Dalí.

Lo más curioso de la pintura surrealista es que se caracteriza por una técnica muy academicista, pero una temática de lo más surrealista; aunque, como muchos pintores, Dalí tiene su propia evolución.

El grupo Surrealista se formó en Francia de la mano del escritor y ensayista André Breton, el fotógrafo Man Ray, el poeta Paul Eluard, el pintor Max Ernst... y luego se uniría el joven Dalí (pues Magritte se negaba a formar parte del grupo).

Pero debido a su exageradísimo ego, sus inclinaciones políticas (sus compañeros de izquierdas odiaban que Dalí fuese ajeno a ninguna postura), y la envidia de Breton, Dalí fue expulsado del grupo, dando a conocer su famosa frase: El surrealismo soy yo.

Por aquel entonces, en 1931 (totalmente distanciado de su padre) ya había conocido a la que sería la mujer de su vida: la rusa Gala (algo mayor que él), entonces casada con su colega Paul Eluard, quien dejó el camino libre a los amantes.

Dalí y Gala ante una obra surrealista.

Desde entonces, Gala va a ser su mayor inspiración y su única modelo.
Juntos van a emprender todo tipo de proyectos dentro y fuera de España (permaneciendo ocho años en Estados Unidos durante la guerra).

Además de pinturas y esculturas, Dalí realiza joyas, instalaciones, fotografía, cine, e incluso llega a escribir dos libros que demostraban el profundo amor que sentía hacia él mismo:

- DALÍ, Salvador. La vida secreta de Salvador Dalí, Barcelona, 1942.

- DALÍ, Salvador. Diario de un genio, Barcelona, 1965.

Por supuesto Gala muere antes que Dalí y este, sumido en una gran depresión deja de pintar (también discapacitado por la edad) e intenta suicidarse.

Teatro-museo de Dalí en Figueras.

Tras la muerte de ambos, todo su patrimonio pasa al Museo de Gala y Dalí en Figueras.

Su obra más conocida es La persistencia de la memoria, pero mi preferida es esta, que pintó en 1929, cuando ya conocía y amaba a Gala.

A pesar de haber multitud de objetos tan simples como pequeñas piedras, todos y cada uno de los elementos del cuadro tienen su significado.

Desde muy joven, Dalí se había enfrentado a su padre quien (casado con la hermana de su mujer tras la muerte de esta), contrario a su ingreso en el grupo surrealista y a su amor hacia Gala, le desheredó y prohibió volver a casa. 

Se cuenta que Dalí le envió una carta que contenía semen propio y en la que decía: Ya no te debo nada.

Todo ese rechazo por parte de su padre y la pasión erótica que Gala despertó en Dalí, dieron fruto al Gran Masturbador.

Detalle de la langosta y las hormigas.

La gran masa deforme que se levanta sobre la playa es un autorretrato del propio Dalí quien, apoyado sobre su enorme nariz se aferra a una langosta con el vientre plagado de hormigas, insectos que le repugnaban, lo cual tiene un significado erótico caníbal (La belleza será comestible o no será).

Arriba a la derecha, una mujer besa los genitales de un hombre. 

Detalle de la mujer, el lirio y el león.

Debajo de su pecho hay un lirio blanco que representa la masturbación como única vía de expresión sexual; junto a su hombro, un león enseña su enorme y rojiza lengua, semejante a un pene erecto.

Todo alusiones sexuales con respecto a su amor por Gala, como las dos pequeñas figuras centrales que se abrazan.

Detalle de las plumas de colores.

Pero Dalí también plasmó aquí la relación con su padre, pues la figura del fondo a la izquierda está proyectando la sombra de una padre y un hijo.

Las plumas de colores junto al ojo del retrato aluden a la infancia de Dalí, al igual que el anzuelo con la cuerda rota, que representa el intento de su familia por retenerle. Sobre la cabeza, unas piedras que simbolizan la relación conflictiva entre el padre y el hijo.


Detalle de las piedras.

Todo ello en un paisaje de una minuciosidad casi fotográfica, dividido en cielo y tierra.

El hecho por el que me encanta ese fragmento es porque la mujer no se parece en nada a Gala, única modelo femenina para sus obras después de su hermana. Porque es ver la pintura de Dalí y la rusa Gala está en todas partes.