El rapto de Proserpina, 1621-1622.
Gian Lorenzo Bernini.
Galería Borghese, Roma.
Hoy traigo esta preciosa obra del escultor barroco Bernini (Italia, 1598-1680), quien además fue pintor y arquitecto.
Pero en este caso, más que de la forma, voy a hablar de la historia, es decir, el mito, el cual estudié en la asignatura de Iconografía.
El rapto de Proserpina pertenece al libro de las Metamorfosis de Publio Ovidio Nasón (43 a. C. - 17 d. C.), autor romano más importante, cuyo libro es el tratado más popular de la mitología, por lo que tuvo gran trascendencia en los artistas de todos los tiempos, ya que recoge todos los relatos de la mitología que implican una transformación de cualquiera de los personajes.
Este precioso mito, sirvió para que los antiguos griegos pudieran darle una explicación divina al cambio de las cuatro estaciones. Como todos sabemos, eran politeístas (tenían más de un dios, y cada uno se ocupaba de algo).
En este caso, los protagonistas del mito pertenecen a la segunda generación, es decir, a los Dioses Olímpicos, cuyo jefe supremo es Zeus (Júpiter). Son doce y viven en el Olimpo, donde se alimentan de néctar y ambrosía, que conferían belleza y juventud eternas.
Aunque la obra se titule El rapto de Proserpina, yo voy a utilizar los nombres griegos, que me gustan más.
Gracias a la asignatura (que era de lo más interesante), se hace muy sencillo reconocer a un dios por sus atributos y los objetos que porta con él.
Ahora voy a presentar a los tres protagonistas:
El primero es Hades (para los romanos Plutón), dios del infierno o inframundo.
Le reconocemos debido a su apariencia de hombre maduro, fuerte y con barba. El animal que acompaña a Hades es un perro de tres cabezas llamado Can Cerbero, que es el encargado de proteger las puertas del Infierno.
Deméter (o Ceres), diosa de la tierra cultivada o de la agricultura, es quien personifica la abundancia de la tierra.
Suele llevar una corona de espigas, una gavilla de trigo, una cornucopia de la abundancia llena de frutos u hortalizas, una hoz o antorcha (con la que buscaba a su hija raptada), o una serpiente en alusión a la fertilidad de los campos.
Y Perséfone (Proserpina), hija de Deméter y Zeus, y sobrina de Hades.
Se suele representar con un ramo de narcisos (flores que recogía cuando fue raptada), o sentada en un trono sosteniendo una granada, o en un carro tirado por caballos negros, siendo raptada por Hades.
El mito comienza cuando Deméter, hermana de Zeus, tiene con él a su hija Perséfone.
Un día que Perséfone estaba recogiendo flores en el campo, su tío Hades se enamoró de ella y decidió raptarla, llevándola al mundo de los muertos en un carro de caballos.
Su madre la buscó desesperadamente y por eso, descuidó los campos, dejando al pueblo sin cosecha hasta que no le devolvieran a su hija.
Deméter pidió ayuda a Zeus, quien intentó que Hades dejara en libertad a la joven; pero no podía, ya que Perséfone había probado una grano de granada (fruto de la fertilidad), por lo que debía permanecer siempre en el Infierno.
Sin embargo, Zeus ordenó a Hades que permitiera a Perséfone pasar la mitad del año (primavera y verano) con su madre, para la otra mitad (otoño e invierno), permanecer con él en el inframundo.
Y por eso, durante la primevera y el verano, Deméter es feliz y hay cosechas en los campos griegos, pero cuando Perséfone se marcha al inframundo durante el otoño y el invierno, Deméter está triste y no hay cosechas.
Me parece una historia preciosa, aunque ya traeré otras Metamorfosis en forma de pintura.
Pero esta en mármol es tan bella como todas las obras de este escultor barroco, donde primaban los sentimientos, la teatralización, el realismo y la belleza por encima de todo.
Bernini tiene, además de esta, el David, el Éxtasis de Santa Teresa, Apolo y Dafne, la Beata Ludovica Albertoni...
Pero mi obra preferida es este rapto.
¿Cómo es posible plasmar toda esa viveza a través de la piedra?
El mármol es frío, duro, rígido... la piel es caliente, blanda, elástica...
Y aún hoy no sé cómo es posible que Bernini esculpiese con tanto realismo esos dedos de Plutón que atrapan entre sí las carnes de Proserpina para no dejarla escapar, tanto que podemos sentir ese rapto en nuestros cuerpos.
La escultura es magistral: los músculos, la expresión, la fuerza, el rechazo, todo refleja un momento que pudo ser breve y captado como una fotografía; el momento amoroso, voluptuoso, impetuoso; el rechazo de ella, que no puede con la fuerza que la envuelve y domina. El, en su intrepidez se le ve feliz.
ResponderEliminarEl relato breve de Palma León, es formidable, perfecto, excelente, superior, impecable. ¡¡Felicidades Palma León!!