miércoles, 21 de noviembre de 2012

Mujer peinándose.



Mujer peinándose, 1885.
Edgar Degas.
Museo del Hermitage.
Pastel.
53 x 52 cm.

Edgar Degas (1834-1917) fue el fotógrafo de las escenas de baile (tanto en el escenario como en las clases de danza), pero también fotografió la vida íntima de las mujeres.

Aunque en realidad era fotógrafo aficionado, que usaba esta técnica para captar el movimiento y la istantaneidad que luego plasmaría en el lienzo.

Por eso muchas de sus escenas están incompletas en sus extremos, pues la fotografía era un símbolo de modernidad por aquel entonces.

Más que pintar escenas de la naturaleza como sus compañeros impresionistas, a Degas le encantaban los temas de la vida moderna, como los cafés y escaparates con luces artificiales, línea que seguirá el postimpresionista Toulouse-Lautrec.

Está muy influido por el simbolismo y los grabados japoneses, que cita en muchas de sus obras.

Sobre todo va a utilizar el pastel, pero sin olvidar la línea, propia del dibujo; aunque sus figuras parezcan desdibujadas y difusas, siempre intentará delinear los bordes de un color más oscuro, para evidenciar que controla la técnica del dibujo.

Le gustaba mucho coleccionar obras de grandes artistas como El Greco y Delacriox, pero también de contemporáneos suyos como Cezanne, Gauguin o Van Gogh; aunque pasó por una mala racha de deudas que le obligaron a vender muchas de sus colecciones y a vivir sólo de su arte (por eso utiliza tanto el pastel, pues le da mayor rapidez), pero luego se recuperó.

Autorretrato, Edgar Degas, 1855. 

Degas era una persona muy independiente, pues creía que "un pintor no puede tener vida personal".
Nunca se casó y pasó los últimos años de su vida prácticamente ciego "vagando sin sentido por las calles de París", hasta su muerte en 1917.

En su serie de las bañistas, nos muestra diferentes mujeres en la intimidad de sus habitaciones, saliendo del baño, vistiéndose o peinando sus cabellos, como es el caso.

Pero es muy raro verles el rostro a estas mujeres que, a cambio nos muestran sus sinuosas espaldas y sus largos y finos cabellos.

Esto les ha hecho pensar a algunos especialistas que Degas podía ser un misógino, ya que no se ha encontrado información de ninguna pareja sentimental; pero yo, personalmente prefiero pensar en la otra postura: Degas retrataba a las mujeres porque amaba la belleza femenina de sus formas.

Aunque en sus obras nos da la sensación de que han sido pintadas desde un escondite, a través de un agujero secreto por el que el artista observaba y dibujaba estas escenas, como un auténtico voyeur.

Esta en concreto me gusta muchísimo. Su piel, casi del mismo blanco que las toallas sobre las que se peina, contrasta con el rojo de sus cabellos, sobre el fondo naranja de la pared.

Al tratarse de pastel (técnica desarrollada por los impresionistas) y no de óleo, la pincelada resulta rápida y ligera, consiguiendo así movimiento, espontaneidad y viveza.

Los colores se funden y complementan perfectamente; y los juegos de luces y sombras se consiguen mediante los contrastes de la delicada piel de la modelo y su cabello rojizo, que peina con total naturalidad, ajena al espectador, como si no supiera que la están mirando y admirando al mismo tiempo.

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