Mujer de rodillas apoyada sobre los codos, 1917.
Egon Schiele.
Acuarela sobre lienzo.
Hoy traigo una obra de Egon Schiele, que es uno de mis pintores favoritos.
Desde siempre me ha encantado el expresionismo pero, sin dudarlo prefiero el expresionismo vienés antes que el alemán; aunque sobre París ya hablaré en otra ocasión a través de la figura de Amadeo Modigliani.
Los expresionistas vieneses, discípulos de Gustav Klimt, son Schiele y Oskar Kokoshka, quienes desarrollan un arte más libre que los alemanes, que estaban integrados en grupos (Die bruke y Der blaue reiter).
En primer lugar, debo decir que Egon Schile empezó desde muy joven a pintar autoretratos, que es la temática que más se repite en su obra.
Schiele nació en Tulln en 1890, y murió en Viena en 1918.
Su primera musa, amante y modelo fue Valerie Neuzil (apodada Wally), pero después se casó con Edith Harm, perteneciente a una familia acomodada.
Después de la I Guerra Mundial y tras haber permanecido una estancia corta en prisión, Edith y Egon Schiele enferman de gripe española, una epidemia que se llevó muchas vidas en la Europa de principios de siglo.
Su mujer estaba embarazada de seis meses cuando murió, y los bocetos que Schiele hizo de ella fueron sus últimos trabajos, ya que él murió tres días más tarde, a la corta edad de 28 años.
Su obra ya de por sí es bastante numerosa, pero imaginen qué más habría pintado si no llega a caer enfermo.
La obra de Egon Shiele es muy especial, ya que desarrolla un arte muy sensual, erótico, donde priman los desnudos y los autoretratos, basados en el predominio de la línea, que alarga las figuras y las estiliza hasta crear un nuevo canon, más alargado y esquemático, pues se revela contra principios académicos como la belleza ideal y la clásica.
Este artista tiene su propia poética de como él concibe el mundo, de como quiere expresarlo.
Trata temas como la sexualidad, la soledad, la incomunicación... todo visto a través de un cierto voyeurismo.
Su arte puede llegar a ser angustioso, pues nos remite a la soledad del individuo.
Todo esto lo expresa mediante una línea gruesa, cortante y oscura, que plasman toda su realidad, basada en la destrucción física y moral del ser humano.
Los vacíos en los que inserta a sus personajes, aluden a la trágica existencia humana, que se encuentra entre la vida y la muerte
El color es muy característico, aunque no es naturalista, sino expresivo, por lo que adquiere un gran valor.
Su arte fue, en la Viena de principios del siglo XX, tan explícito y sensual que llegó a ser acusado de pornografía, lo cual le llevó a permanecer en prisión durante 24 días.
Esta pintura en concreto me gusta por la belleza de la retratada (yo diría que más bien se trata de Edith Harms) que, aunque corresponda al estilo alargado, antinaturalista, violento y explícito de Schiele, a mi me parece preciosa, de una serenidad y confianza que transmiten calidez.
Además, la pintó en 1917, un año antes de su muerte y, a pesar de los pocos años de trayectoria, Schiele tuvo tres etapas artísticas: una primera más clásica que imitaba a Klimt, que dio paso al expresionismo puro, alargado y violento, y que después terminó por acercarse al realismo de los retratados, puede ser por eso que se aprecie tanta belleza en esta modelo.
Me alegra que Schiele haya elegido este ángulo y no otro, para que podamos apreciar el tacto de esa piel, su temperatura, sus pómulos rojos.
La textura de sus botines de cuero frío, y sus cabellos de un cobrizo brillante y suave.
Ella nos oculta medio rostro pero está tranquila, parece hasta cómoda en esa postura tan liberal, tan privada, pero que tan bien nos pinta Schiele.
Yo no voy a tener el placer de verlo pero, desde el 2 de octubre de 2012, hasta el 6 de enero de 2013, quien quiera puede ir a ver a Egon Schiele en el Guggenheim de Bilbao.
Hoy traigo una obra de Egon Schiele, que es uno de mis pintores favoritos.
Desde siempre me ha encantado el expresionismo pero, sin dudarlo prefiero el expresionismo vienés antes que el alemán; aunque sobre París ya hablaré en otra ocasión a través de la figura de Amadeo Modigliani.
Los expresionistas vieneses, discípulos de Gustav Klimt, son Schiele y Oskar Kokoshka, quienes desarrollan un arte más libre que los alemanes, que estaban integrados en grupos (Die bruke y Der blaue reiter).
En primer lugar, debo decir que Egon Schile empezó desde muy joven a pintar autoretratos, que es la temática que más se repite en su obra.
Schiele nació en Tulln en 1890, y murió en Viena en 1918.
Wally con blusa roja, 1913.
Su primera musa, amante y modelo fue Valerie Neuzil (apodada Wally), pero después se casó con Edith Harm, perteneciente a una familia acomodada.
Después de la I Guerra Mundial y tras haber permanecido una estancia corta en prisión, Edith y Egon Schiele enferman de gripe española, una epidemia que se llevó muchas vidas en la Europa de principios de siglo.
Su mujer estaba embarazada de seis meses cuando murió, y los bocetos que Schiele hizo de ella fueron sus últimos trabajos, ya que él murió tres días más tarde, a la corta edad de 28 años.
Su obra ya de por sí es bastante numerosa, pero imaginen qué más habría pintado si no llega a caer enfermo.
La familia, 1918.
La obra de Egon Shiele es muy especial, ya que desarrolla un arte muy sensual, erótico, donde priman los desnudos y los autoretratos, basados en el predominio de la línea, que alarga las figuras y las estiliza hasta crear un nuevo canon, más alargado y esquemático, pues se revela contra principios académicos como la belleza ideal y la clásica.
Este artista tiene su propia poética de como él concibe el mundo, de como quiere expresarlo.
Trata temas como la sexualidad, la soledad, la incomunicación... todo visto a través de un cierto voyeurismo.
Su arte puede llegar a ser angustioso, pues nos remite a la soledad del individuo.
Todo esto lo expresa mediante una línea gruesa, cortante y oscura, que plasman toda su realidad, basada en la destrucción física y moral del ser humano.
Los vacíos en los que inserta a sus personajes, aluden a la trágica existencia humana, que se encuentra entre la vida y la muerte
El color es muy característico, aunque no es naturalista, sino expresivo, por lo que adquiere un gran valor.
El abrazo, 1917.
Su arte fue, en la Viena de principios del siglo XX, tan explícito y sensual que llegó a ser acusado de pornografía, lo cual le llevó a permanecer en prisión durante 24 días.
Esta pintura en concreto me gusta por la belleza de la retratada (yo diría que más bien se trata de Edith Harms) que, aunque corresponda al estilo alargado, antinaturalista, violento y explícito de Schiele, a mi me parece preciosa, de una serenidad y confianza que transmiten calidez.
Además, la pintó en 1917, un año antes de su muerte y, a pesar de los pocos años de trayectoria, Schiele tuvo tres etapas artísticas: una primera más clásica que imitaba a Klimt, que dio paso al expresionismo puro, alargado y violento, y que después terminó por acercarse al realismo de los retratados, puede ser por eso que se aprecie tanta belleza en esta modelo.
Me alegra que Schiele haya elegido este ángulo y no otro, para que podamos apreciar el tacto de esa piel, su temperatura, sus pómulos rojos.
La textura de sus botines de cuero frío, y sus cabellos de un cobrizo brillante y suave.
Ella nos oculta medio rostro pero está tranquila, parece hasta cómoda en esa postura tan liberal, tan privada, pero que tan bien nos pinta Schiele.
Autoretrato, 1912.
Yo no voy a tener el placer de verlo pero, desde el 2 de octubre de 2012, hasta el 6 de enero de 2013, quien quiera puede ir a ver a Egon Schiele en el Guggenheim de Bilbao.
Muy bueno tu retrato de Egon Schiele. Aunque yo creo que la influencia de Gustav Klint es visible en toda su obra.
ResponderEliminarSí, el influjo de Klimt está muy presente, pero Schiele desarrolló un estilo propio y único, tanto que vemos una pintura suya y sabemos que es de él.
EliminarGracias por comentar, un saludo.